domingo, 9 de octubre de 2011

quince meses


Los que me rodean parecen luces en movimiento. A veces me siento espectadora de una película cuya acción transcurre ajena a mí. Incluso temo que si me acerco seré un obstáculo entre el proyector y la pantalla. Tengo miedo de abrir un agujero negro en  la historia y que alguien me grite: ¡Aparta! Al contrario que los buenos espectadores, no dejo de pensar en lo ficticio que es todo lo que me rodea. Sólo hay un personaje que ha roto la cuarta pared y me escruta como si fuera de otra especie.
- No te hagas ilusiones, Alba, quizás al final, no te parezca tan interesante. Ya me conocerás...
Alba entorna los ojos hasta casi cerrarlos y frunce los labios. Luego se sienta en el suelo cruzando las piernas y se coloca bien la falda por encima de las rodillas. Vuelve a levantar la cabeza y mirándome fijamente dice:
- Ya te conozco y, al final, me gustas.
(...)
¿Puedo tomar otro batido de chocolate?

2 comentarios:

  1. Con Alba todo es más sencillo. Una mirada limpia y batidos de chocolate, no se necesita más para ser feliz.

    ResponderEliminar
  2. ¿Me invitarás a tu casa, María? ¿Tienes batidos de chocolate? Muac!

    ResponderEliminar