domingo, 31 de julio de 2011

EL PUEBLO

Hoy hemos ido a jugar a casa de Jorge Abadía mi amiga Nuria Bellavista y yo. Jorge acaba de venir de su pueblo y nos ha enseñado el libro de las fiestas. Ni Nuria Bellavista ni yo tenemos pueblo, pero a las dos nos parecería muy chuli tenerlo. Yo no tenía muy claro lo que era un pueblo, pero en el libro de fiestas lo explica todo. Un pueblo es como un país, pero en pequeñito. Y todo el mundo importante lleva una cinta brillante que va desde en hombro a la cintura. El alcalde es el que manda, pero luego están las reinas, que son más importantes. Las reinas se pasean por el pueblo con carroza y corona y la gente las aplaude. Cada año las reinas cambian porque en los pueblos manda el pueblo (normal). Las reinas son chicas mayores que salen en las fotos mirando al cielo y con la cabeza inclinada, como si estuvieran echando de menos al rey. Pero nunca hay reyes ni los pueblos los echan de menos (deben de ser femimistas). En los pueblos todo el mundo es feliz y salen en las fotos siempre un montón de gente bebiendo vino y medio cayéndose de risa.
Pero no es lo más guay del libro de fiestas. Lo más guay es que pone que además de reina puedes ser HIJO ADOPTIVO. Como no lo entendíamos muy bien, Jorge nos lo explicó: son personas que no son del pueblo, pero que el pueblo las adopta.
- ¿Como a las niñas chinas?
- Sí, como a las niñas chinas- respondió Jorge subiendo y bajando la cabeza y abriendo mucho los ojos.
- ¿Porque se ha quedado sin papás?
- Eso será.
- ¿Y si Nuria y yo queremos que tu pueblo nos adopte...?
-...
- Sí, creo que sí... - dijo muy serio Jorge, mientras los tres mirábamos a los papás que tomaban café y se reían.
Tener pueblo está muy chuli, pero, por ahora, no va a poder ser.

miércoles, 27 de julio de 2011

MALDICIÓN

Me he enterado de que ser mayor no es lo más importante. Yo quería ser mayor así, rápido, para poder hacer cosas como tener una moto, o ir al cine con mis amigas, como Bea, o montar sola en el ascensor para ir a ver a la vecina, o tener una tarjeta con numeritos para que mis patines nuevos los pague el banco, o entender el lenguaje secreto que a veces usan papá y mamá delante de mí y que dice la maestra que está tan feo (eso de hablar en clave).
Pero me he enterado de que ser mayor no es lo más importante.  Cuando llegas a mayor, a los 16, creo, lo más importante del mundo es que sepas cocinar. Para que no se te pase el arroz.
Si se te pasa el arroz, es una desgracia muy grande como una catástrofe o algo así. Primero, porque el arroz se pega y está asqueroso, puaj! y segundo, porque te pasan desgracias. Es como una maldición, "la maldición del arroz". La primera vez que oí hablar de la maldición fue en casa de la abuela.
- Abuela, ¿tú no te sacas el carnet de conducir como mamá y las tías?
- No, cariño, a mí ya se me ha pasado el arroz.
- ¿Estás segura, abuela? Yo creo que a ti no se te pasa ni se te pasará nunca el arroz.
- ¡Qué mona eres, Alba! Trae que te dé un beso.
Pobre abuela. Y eso que ella, normalmente, cocina muy bien. Pero con el arroz hay que estar muy atento, que te descuidas un día y ¡zas!, la maldición. Aunque a la abuela la llevan y la traen mis tías y mi mamá en coche cada vez que lo necesita, que a las personas con maldiciones hay que ayudarlas. Es peor lo que le pasa a Maruja, la amiga de mamá, que se le pasó el arroz y ya nunca se va a casar ni a tener hijos y por eso quedan con ella a tomar café para que no esté sola. Porque cuando se te pasa el arroz, te toca una maldición u otra, como una lotería.
Estuve pensando en ello dos días enteros.
- Mamá, quiero aprender a cocinar arroz antes de cumplir 16.
- Bueno, bueno, bueno, Albita. Por fin una afición de señorita. ¿Y a qué se debe este nuevo interés? ¿Vas a cocinar para gustarle más a Jorge Abadía, eh, eh, eh?- respondió mamá con voz de dibujo animado y pellizcándome la mejilla.
- Jorge Abadía también va a aprender a cocinar arroz. Mejor que aprendamos los dos por si acaso a uno se le pasa. El otro se podría ocupar, ya sabes- le dije yo a mamá, utilizando el lenguaje secreto de los papás.
- ¡Qué moderna eres, hija mía!- me miró mamá con orgullo. Y me dijo que me estaba haciendo mayor.
¡El tiempo vuela, jopé!

sábado, 16 de julio de 2011

BICICLETA

Como papá está de vacaciones, se levanta a las seis de la mañana para coger la bici y salir a la carretera.
- La bici es lo mejor del mundo, Alba.
Para ir en bici hay que arreglarse de bici, como cuando vas a una boda tienes que ir de boda. Igual. Papá se pone unos pantalones por encima de la rodilla muy ajustados que se llaman culotte, una camiseta que se llama maillot, un casco que se llama casquette y unas zapatillas que se llaman zapatillots. Papá dice que no se llaman así, pero seguro que papá no tiene ni idea porque no sabe francés. Aprender lenguas es muy importante, como dice la maestra.
Papá siempre va de colores aburridos, mamá los llama neutros, pero su ropa de bici es fosforito de colorines: amarillo, rosa, azul. Para que los coches no se lo lleven por delante, dice papá.
- No te apures por eso, cariño, que si algún conductor ciego se te lleva por delante, siempre podrán dar la voz de alarma los astronautas de la estación espacial internacional.
A mí eso me deja más tranquila y me parece superchuli que a papá se le vea desde el espacio. A mamá, al contrario. Dice que esos colores  le quitan las ganas. Es raro, porque a mí los colores alegres me dan más energía. Debe de ser porque mamá es una señora.

martes, 12 de julio de 2011

SIN ÁNIMO DE OFENDER

El apellido de papá es de Vazques. Papá siempre se queja de que lo escriben mal. Si papá fuera maestra, sabría que cuando dices una palabra nueva hay que explicar cómo se escribe. Eso hace la maestra en los dictados y funciona casi siempre. Pero papá dice que hay gente que se ofende si le dices cómo se escriben las palabras. Dice la maestra que cuando pensamos que vamos a ofender a alguien con nuestras palabras, es mejor callarse, pero si tenemos que hablar obligatoriamente,  debemos utilizar unas palabras que son siempre igual y que son: "sin ánimo de ofender".
Así que cuando fui al médico con papá, y decía "Vazques", yo saltaba: "con s sin ánimo de ofender".
O cuando se apuntó al gimnasio, y le preguntaron el apellido, yo otra vez: "con s sin ánimo de ofender".
Papá me riñó, que dejara de decir eso no por nada, sino porque es muy largo y cansas a la gente.
Así que estuve pensando qué se hace con las palabras cuando son demasiado largas.
Y cuando fuimos a la iglesia para las bodas de oro de los abuelos, el cura nos habló con voz importante.
- Estamos aquí reunidos para celebrar que Agustín de Vázques...
- ¡Con ese al final s.a.d.o!
Nunca mamá me había pellizcado tan fuerte. Y luego mamá y papá me hicieron muchas preguntas sobre los programas que veo en la tele.
Es raro, cuando le he dicho IES al insti del parque  nunca ha pasado nada.

lunes, 11 de julio de 2011

ABRACADABRA

La madre de Jorge Abadía tiene una palabra muy larga que repite todo el rato: porquéamíyonomemerezcoesto. Y es como una palabra mágica, porque todo el mundo siente pena por ella y la miman, y le hacen cariñitos y le compran cosas para que no haga pucheros. Esta palabra mágica es muy mágica porque sirve para muchas cosas. Cuando su amigo de facebook no le contesta un mensaje, porquéamíyonomemerezcoesto, y mamá le dice que su amigo es un tonto y que ella es guapísima y que todos los hombres son unos ca... Si la chica mayor que cuida a Jorge le da plantón porque se va a un festival de conciertos todo el fin de semana, porquéamíyonomemerezcoesto, y el papá de Jorge, que tiene dolor de cabeza, se queda con él para que la mamá de Jorge pueda ir a la belleza de pies y así ella no tenga estrés. Es mágica, mágica.
Y pensando, pensando, pensando, de repente se me ha ocurrido algo. La he escrito en un papel rosa con un rotu dorado. Debajo he puesto: ""una palabra mágica para que la gente te de besos cuando estás triste". Luego he subido a la buardilla y la he metido por debajo de la puerta de la vecina. 
Al día siguiente se lo he contado a papá. Papá me ha sonreído y me ha dicho que las palabras mágicas sólo les funcionan a las brujas. 
Así que no va funcionar, porque la vecina parece más una silenciosa princesa encantada. 

sábado, 2 de julio de 2011

PERSONAS Y ORDENADORES

             Los problemas son como los zapatos-dijo ayer mi maestra-Puede que al principio te vengan un poco grandes, pero después creces. Y si no creces, siempre puedes usar plantillas.

             Mi maestra es una mujer sabia. Sabia es una palabra que se escribe como sabía, pero que no lleva tilde porque no es el pasado, es el presente. Mi mamá es una mujer sabía, con tilde, porque siempre le dice a papá que ella de joven era más lista. Eso es muy raro, porque yo pensaba que cuantos más años tienes más cosas sabes, pero se ve que no. Aunque mamá me dice que soy muy pequeña para comprender algunas cosas. Tengo que preguntarle a mamá cuál es la edad en la que se sabe todo y cuál es la que te vuelve tonta otra vez. Para que no se me pase.

              La maestra odia los exámenes porque dice que sólo miden la capacidad de equivocarse. Dice que en la vida real no es así, que cuando te compras un ordenador no le pides otra cosa que lo que puede darte. Pero que a las personas se les pide que sean ordenadores y no que sean personas. Yo no sé si lo entendí muy bien, así que pensé que tenía que observar más a las personas y a los ordenadores. Y pensando, pensando, llegó el día de la comunión de mi prima Elena.

              - Cariño, por dios, mira cómo llevas la corbata. ¿Te has acordado de cargar la batería de la réflex? No, claro que no, no vas a malgastar tu talento fotográfico con mi familia. Y el coche, ¿lo has aparcado en la puerta? Que yo con estos tacones no puedo ir muy lejos. No pongas esa cara, cualquiera diría que te estoy molestando. Pero es que las cosas hay que hacerlas bien. Y se nos está haciendo tarde.

Mamá, creo yo,  es todavía muy pequeña porque estos problemillas se le hacen grandes.

            Papá respiró hondo, se acercó al ordenador y fue a desconectarlo tirando del cable. Mamá se acercó hacia él corriendo como una japonesa.

           - ¿Qué haces? Que es un or-de-na-dor. Que no puedes tratarlo de cualquier manera, que hay que ser más delicado con las cosas, hombre.

            Y todos tuvimos que esperar a que el ordenador se echase a dormir dulcemente.

            Mamá no lo oyó, pero papá dijo que mamá tendría que haberse casado con el ordenador. Yo creo que se equivoca. Al ordenador nunca se le pondrían los ojos rojos por ella, como yo ví que le ocurría cuando salió  por la puerta de casa.