Yo nunca había pensado que las murallas y el palacio y las estatuas eran nuestras. Yo creía que eran de la ciudad. Pero son nuestras y nos las cuida el alcalde. Está guay tener cosas y no tener que recogerlas.
Cuando llegamos a la puerta de Francia, papá cogió un libro de turistas y comenzó a leer en voz alta:
- "Actualmente se siguen conservando tres cuartas partes del perímetro amurallado, que combinan la ciudad medieval con la urbe moderna y de vanguardia..."
Paula: ¿Cuántos metros es un perímetro?
Yo: ¿Urbes no es lo que tienen las vacas?
Mamá, colocándose las gafas de sol: Ubres, cariño, ubres.
Bea: Qué rollo, ¿falta mucho?
Papá respiró fuerte y siguió gritando:
-"En su visita, podrá atravesar algunos de los portales que recorrían el recinto, no siempre en su lugar de origen. El más antiguo y el único que se conserva es el portal de Zumalacárregui. Muestra un escudo labrado con el águila bicéfala y las armas imperiales".
Yo: ¿Zurracapote? ¿Se bebía zurracapote, como en las fiestas de Logroño?
Paula: ¿Qué es bicéfala?
Yo: Que tiene dos ruedas.
Mamá: ¡Bea, vuelve aquí que tu padre está leyendo!
Papá cerró el libro de un golpe.
- Papá, ¿ya está?- dije yo con una sonrisa.
- Sí, nos vamos de pinchos- respondió papá. Pero lo dijo de otra manera distinta que siempre. Como si estuviera muy nervioso.
Mamá se acercó a él y le pasó un brazo por el hombro. Sí, cariño, vamos a tomar algo.
- ¡Qué ganas tengo de que empiece el colegio!- dijo papá mirando al cielo.
Yo también. No se lo voy a decir, pero las excursiones de la maestra son más chulis. Pero claro, papá no es maestra.
Alba, tu papá es un santo varón... qué paciencia.
ResponderEliminarPapá tiene poca paciencia, la maestra tiene más. Muac!
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