Papá es un ser humano de los más humanos de todos. Lleva casi un mes compartiendo sus sentimientos con nosotros:
- ¡Qué ganas tengo de que lleguen las vacaciones para levantarme cuando me dé la gana! - dice cuando se levanta por la mañana.
-¡Qué ganas tengo de que lleguen las vacaciones para pasar más tiempo contigo y llevarte al teatro, y ver todas las películas que nos quedan pendientes, que nosotros somos de mucho cine, y salir a cenar, y a bailar! - le dice a mi madre cuando llega de trabajar y a ella le salen chispitas en los ojos y se pone roja.
-¡Qué ganas tengo de que lleguen las vacaciones para coger la bici y hacerme 20 km.! - dice cuando termina de comer. Mamá cuando dice eso nos mira y se ríe.
Y como quería papá, llegaron las vacaciones. Y papá siguió levantándose a las siete para pintar la casa, que si no lo hacemos en vacaciones, a ver cuándo. Y por las tardes pone la tele y se conecta al Facebook, y cuando le hablamos contesta con ruiditos, que yo creo que no escucha lo que decimos.
- Cariño, ¿me estás escuchando? - dice mamá - ¿o para que me escuches tengo que conectarme al Facebook yo también?
- Síiii, cariño - contesta papá.
- Papá, ¿puedo expresarte mis sentimientos? Dice la maestra que es bueno.
- Síiii, cariño.
-Desde que estás de vacaciones, eres menos ser humano.
Papá eso sí lo oyó, levantó la vista de la pantalla y me respondió:
- ¡Qué ganas tengo de que empiece el colegio! (y algo que dice siempre de que la maestra tiene muchas vacaciones y es muy lista porque no tiene hijos)
Dice la maestra que hablar sólo con máquinas nos hace menos seres humanos y que no hay nada más bonito que poder cogerse de la mano y abrazarse y dar una palmada en la espalda y hacernos cosquillas y hacer sonrisas de verdad, no con emoticonos.
- ¡Qué cortas son las vacaciones, no me ha dado tiempo a nada! - dice papá esta mañana antes de volver a la oficina para pasar las próximas siete horas mirando a su ordenador, que ni tiene sentimientos ni nada.
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