miércoles, 27 de julio de 2011

MALDICIÓN

Me he enterado de que ser mayor no es lo más importante. Yo quería ser mayor así, rápido, para poder hacer cosas como tener una moto, o ir al cine con mis amigas, como Bea, o montar sola en el ascensor para ir a ver a la vecina, o tener una tarjeta con numeritos para que mis patines nuevos los pague el banco, o entender el lenguaje secreto que a veces usan papá y mamá delante de mí y que dice la maestra que está tan feo (eso de hablar en clave).
Pero me he enterado de que ser mayor no es lo más importante.  Cuando llegas a mayor, a los 16, creo, lo más importante del mundo es que sepas cocinar. Para que no se te pase el arroz.
Si se te pasa el arroz, es una desgracia muy grande como una catástrofe o algo así. Primero, porque el arroz se pega y está asqueroso, puaj! y segundo, porque te pasan desgracias. Es como una maldición, "la maldición del arroz". La primera vez que oí hablar de la maldición fue en casa de la abuela.
- Abuela, ¿tú no te sacas el carnet de conducir como mamá y las tías?
- No, cariño, a mí ya se me ha pasado el arroz.
- ¿Estás segura, abuela? Yo creo que a ti no se te pasa ni se te pasará nunca el arroz.
- ¡Qué mona eres, Alba! Trae que te dé un beso.
Pobre abuela. Y eso que ella, normalmente, cocina muy bien. Pero con el arroz hay que estar muy atento, que te descuidas un día y ¡zas!, la maldición. Aunque a la abuela la llevan y la traen mis tías y mi mamá en coche cada vez que lo necesita, que a las personas con maldiciones hay que ayudarlas. Es peor lo que le pasa a Maruja, la amiga de mamá, que se le pasó el arroz y ya nunca se va a casar ni a tener hijos y por eso quedan con ella a tomar café para que no esté sola. Porque cuando se te pasa el arroz, te toca una maldición u otra, como una lotería.
Estuve pensando en ello dos días enteros.
- Mamá, quiero aprender a cocinar arroz antes de cumplir 16.
- Bueno, bueno, bueno, Albita. Por fin una afición de señorita. ¿Y a qué se debe este nuevo interés? ¿Vas a cocinar para gustarle más a Jorge Abadía, eh, eh, eh?- respondió mamá con voz de dibujo animado y pellizcándome la mejilla.
- Jorge Abadía también va a aprender a cocinar arroz. Mejor que aprendamos los dos por si acaso a uno se le pasa. El otro se podría ocupar, ya sabes- le dije yo a mamá, utilizando el lenguaje secreto de los papás.
- ¡Qué moderna eres, hija mía!- me miró mamá con orgullo. Y me dijo que me estaba haciendo mayor.
¡El tiempo vuela, jopé!

2 comentarios:

  1. No te preocupes de esas cosas ahora, Alba, vivimos en unos tiempos tan modernos que ahora venden arroz que no se pasa. Yo, en tu lugar, aprendería a hacer natillas...

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